por Alejandra Soler-Roig
Transcripción
Me llena de satisfacción ser nieta de Mercedes Salisachs, sobre todo por su capacidad para comprender, asimilar y prestar su apoyo. Los años no sólo no han deteriorado su intelecto, sino que han conseguido aprovechar la experiencia para potenciarlo. Las generaciones que nos separan, no han logrado nunca ensombrecer la gran sintonía que nos une. A su lado he tenido la dicha de pasar innumerables ratos que guardo ya entre mis recuerdos más entrañables. Afloran en mi memoria los conocimientos que a lo largo de estos años tan juiciosamente ha sabido transmitirme y que sin duda han marcado mi camino en la vida, y mi andadura en el mundo de las letras. Como mujer ha sido siempre un pilar firme y comprometido con las necesidades de nuestra sociedad; como escritora ha logrado infundir un gran realismo a los personajes de sus novelas, reflejando en cada una de ellas hechos y sucesos que nos invitan a reflexionar sobre nuestra existencia y la complejidad del ser humano.
Alejandra Soler-Roig : ¿Por qué empezaste a escribir?
Mercedes Salisachs : Era un forma de explicarme a mi misma todo cuanto condicionaba mis reacciones vitales. Precisaba comprenderlas. ¿Y tú? ¿Qué fue lo que te impulsó a escribir tu novela?
AS-R : Necesitaba contar una historia que rondaba en mi cabeza desde hacia tiempo, y que aún sin haberla vivido la sentía como algo muy propio.
AS-R : He sido testigo en numerosas ocasiones de la reacción positiva que experimentan tus lectores. Casi a diario recibes por correspondencia su agradecimiento por el enriquecimiento o alivio que han experimentado tras la lectura de alguna de tus novelas. Para un autor ¿no es ese el mejor de los premios?
MS : Son más que premio. Son evidencias inesperadas que nos ayudan a sentirnos realizados. Los premios satisfacen, pero a veces pueden convertirse en nuestros peores enemigos. Especialmente cuando se reciben tras escribir una primera novela. Triunfar en los principios es peligroso. Puede mermar los esfuerzos que se precisan para seguir escribiendo.
AS-R : Tus narraciones encierran siempre un mensaje muy claro. ¿Es eso lo que motiva el hilo conductor de la historia que relatas?
MS : Escribir para entretener, no es lo mío. Escribo para que el lector reflexione. Pero también procuro que mis obras, al leerlas, no se caigan de las manos.
AS-R : Está claro que los hecho dramáticos de nuestra historia marcan para siempre al que lo vive en primera persona. Durante la guerra civil tú sólo tenías veinte años, pero ya estabas casada, tenías un hijo y esperabas otro. ¿Eras consciente entonces de que tus vivencias iban a convertirse un día en el telón de fondo de alguna de tus novelas más conocidas?
MS : En cierto modo creo que sí. Prueba de ello es la colección de periódicos que fui almacenando durante la guerra para tener testimonios fidedignos de lo que yo viví en aquella época.
AS-R : ¿Quién han influido más notablemente en tu trayectoria literaria?
MS : La persona que más me influyó, hace tiempo que murió. Pero continúa influyéndome.
AS-R : ¿Y en tu vida?
MS : Mi hijo Miguel también fallecido.
AS-R : Si no hubieras sido escritora, ¿qué te hubiese gustado ser?
MS : Compositora musical. Al componer se puede “decir” mucho sin que los oyentes imaginen la verdad del que compone. Escribir a veces delata al escritor.
AS-R : ¿Qué es lo que te impulsa a dar vida a tus personajes? ¿Los conoces tan bien que llegan a convertirse en seres muy allegados a ti?
MS : Me impulsa a describirlos, la historia que imagino. También ellos son seres muy queridos por mi. Casi todos tienen “algo” de muchas personas que conozco o conocí. Pero nadie es “alguien” en concreto.
AS-R : ¿Tu estado de ánimo influye a la hora de sentarte frente a tu máquina de escribir?
MS : No. Procuro ser neutral y olvidarme de mi misma y de todo lo que me rodea.
AS-R : ¿Para ti escribir es una necesidad, un desahogo, o un medio para expresar libremente lo que llevas dentro y no te atreves a decir?
MS : Puede ser todo lo que entraña esa pregunta. Pero siempre apoyado por mi vocación.
AS-R : ¿Has llorado alguna vez escribiendo o leyendo alguno de los pasajes de tus novelas?
MS : Escribiendo he llorado varias veces.¿Y tú?
AS-R : Pues la verdad es que sí. Soy sentimental y además mi empatía hace que cuando leo o escribo algo lo v iva muy a fondo.
AS-R : ¿Qué importancia tiene el amor en tus novelas? Me resulta casi imposible creer que no te hayas enamorado nunca de alguno de tus personajes.
MS: De mis personajes no. De las personas que forjaron algunos de mis personajes tal vez sí.
AS-R : Sé que no escribes autobiográficamente, sin embargo en tus novelas aparecen sucesos que sí que hemos vivido algunos de nosotros. ¿Te resulta más provechoso apoyarte en relatar lo que te cuentan o prefieres dar rienda suelta a tu imaginación?
MS : Curiosamente algunos sucesos que describo, ocurrieron después de haberlos escrito. A veces incluso temo expresar ciertas situaciones por miedo a que se transformen en hechos reales.
AS-R : Creo que has sido siempre una mujer precursora. Tu novela La Gangrena, fue galardonada en el año 1975 con el Premio Planeta. La historia narra la trayectoria de un hombre cuya ambición desmesurada llega a destruirle interiormente. ¿Cómo surgió la idea para esa novela?
MS : La idea primera consistió en describir a un personaje que vive angustiado por una culpa callada. Luego vino todo lo demás.
AS-R : La soledad es un elemento imprescindible para el escritor, pero esa misma soledad puede acabar arrollándonos tras finalizar un libro, ¿cómo suples tú ese abismo interior?
MS : Como puedo. No es fácil. Pero todo antes que verme dominada por la depresión. Hoy día la soledad es mi mejor amiga.
AS-R : Y por último, si tuvieses la oportunidad de vivir por un día en la piel de uno de tus personajes ¿a quién elegirías, y por qué?
MS : Sin duda alguna elegiría a Lucía; el personaje principal de “La voz del árbol”. Me hubiera gustado ser como ella. Desgraciadamente fui muy distinta. Pero de Lucía aprendí lo poco bueno que conservo. Aunque el relato es pura ficción, no así los relieves principales de su carácter. Fue una mujer muy sencilla e ignorada, pero excepcional. En la vida real se llamaba Carmen. Murió joven pero fue muy feliz.
Alejandra Soler-Roig